Quiero escribir un ensayo sobre los bloqueos y cómo superarlos. Pero no sé qué escribir. Estoy bloqueada. Por eso voy a empezar por lo primero que me salga y lo que de ahà salga.
A veces quiero escribir un cuento, luego me pongo al teclado y ya no quiero. Entonces pongo una serie en Netflix.
A veces quiero escribir una novela. Se me vienen ideas grandiosas, escenas padrÃsimas. Pero luego pienso que en realidad no sé nada de la vida y no sabrÃa darle un desenlace adecuado a la narrativa.
A veces quiero escribir poemas. Esa idea la desecho al instante porque se me da fatal escribir versos.
A veces quiero escribir poesÃa en prosa, pero me sale con las patas en cuanto lo intento. Tal vez porque no estoy tratando de transmitir nada en realidad. Se lee todo muy forzado y el tema parece o irrelevante o choteado.
A veces pienso que no tengo nada qué decir. Todo está ya dicho, ¿qué diferencia voy a hacer yo? El amor, la pérdida, las ganas, el dolor, ya todo lo dijeron y mejor que yo.
Lo que más me apaga es la comparación. En mis redes sociales estoy rodeada de artistas y gente que hace cosas maravillosas, que aprovechan sus talentos o perfeccionan habilidades. Los que escriben, lo hacen muy bien. Y yo llevo años oxidada, y me pregunto, ¿quién querrÃa leerme, si soy tan mala? Entonces recuerdo todos esos discursos sobre el amor propio, sobre tenerse paciencia y sobre la práctica. Y aquà estoy, intentándolo y aún asÃ, detesto cada palabra que sale.
Por muchos años me consideré escritora porque una vez escribà una novela. Luego escribà un cuento y luego ganó un reconocimiento en primer lugar. No lo soy, quiero aclarar. Me dio por escribir dos veces, eso es todo. Me he sentido hasta pretenciosa auto proclamándome escritora. A veces siento que me presiono a mà misma a seguir escribiendo porque ya lo hice dos veces y me fue bien. Es lo tuyo, me decÃa. Lo hiciste tres años seguidos y luego ganaste un primer lugar, ¿cómo no va a ser lo tuyo? Súper, pero, ¿y si no lo es? Tal vez sólo tuve suerte, pero en realidad soy pésima.
Puedo escribir y vender. Pero, ¿quién determina si soy buena o mala? ¿Yo? ¿Las ventas? ¿Los likes? Hoy las faltas de ventas sólo son causadas por una ineficiente estrategia de mercadotecnia. Los millones de likes o miles de pesos a mà no me indican nada. O al contrario, su ausencia tampoco lo hace. El único juez de validez con el que cuento es mi propio criterio. Y no está muy contento.
A veces siento que he dejado atrás la locura de los artistas. Ese detalle poco usual en sus perspectivas de la vida, en sus maneras de ser, que no sólo causa que las personas los llamen raros, sino que los vuelve increÃbles creadores. A veces pienso que por encajar me he vuelto superficial. Por lo tanto lo que escribo, sale tal cual. Otras veces pienso que esa locura nunca la he tenido, tal vez sólo creà tenerla. ¿Se obtiene? ¡¿Desaparece?!
Pero no lo entiendo. Entonces, ¿por qué me esfuerzo tanto en seguir escribiendo? Ya probé que no tengo nada que decir, ni una manera especial de decirlo. Mi vocabulario es simple, mi cerebro no retiene glosarios, no soy Julio Cortázar.
Siento si el pesimismo ha inundado la página. El objetivo es seguir practicando, aunque sea echándome mierda encima. Probablemente voy a seguir escribiendo a lo pendejo, una disculpa de antemano a quien se encuentre en la amargura de leerme.