Hoy quiero brindar. No tengo vino ni cerveza pero con agua basta.
Quiero brindar por tí y por mí. Porque te he visto caer y te he visto levantarte, y tú también me has visto en mis peores momentos y a pesar de mis lamentos y quejas, continúas aquí. Porque hemos sabido encontrar soluciones cuando el mundo se nos venía encima y escavamos con cucharas y palillos hasta encontrar luz. No serán las últimas, brindo también por el futuro. Porque nos han llamado mil cosas, nos han frustrado tantas, que hoy mentamos madres a las negativas y espero seguirlo haciendo.
Quiero brindar por el fracaso, porque es el maestro más grande, y nunca nos dejará de dar lecciones por más larga que sea la vida. Sin quererlo hemos llegado hasta aquí y ni sabemos hacia dónde vamos. ¿Importa? Y es que yo entiendo que a veces sientes que te aprieta el pecho y te saca el aire y se te ruboriza el rostro de vergüenza y sólo quieres correr lejos, pero mira, aquí estamos, brindando.
Brindo por el miedo, porque es un gran hijo de puta que nos acompaña a todos lados y a los hijos de puta también hay que celebrarlos, para que se vallan. Y no me malinterpreten, el miedo está bien, ¿no es el que nos indica que hay algo qué vencer? O alejarnos, o aceptar. Es el que nos dice que tenemos que cambiar algo, no lo odies tanto.
Brindo por el presente, porque va a sonar muy cliché y detesto eso pero es lo único que tenemos. Tu yo del mañana y tu yo del ayer se concentran en tu yo de ahorita, hazte caso y escucha al cuerpo. El cuerpo siempre siempre siempre siempre tiene razón.
Por último quiero brindar por lo desconocido y por lo incierto, porque sólo el tiempo nos contará de qué tratan, y sea lo que sea, seguiremos brindando.
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